Los alumnos de 2º ESO reviven la Ruta del Cid por tierras sorianas

El 11 de abril salimos, apenas amanecía, hacia la Ruta del Cid por tierras de Soria. La primera sorpresa del día fue percatarnos de que, a medida que atravesamos los Cameros, la nieve nos rodeaba por todas partes, pasar por el embalse de Piqueras fue todo un espectáculo. Una vez cruzado el túnel, la nieve fue desapareciendo y pronto llegamos a nuestro primer destino, la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga.

La ermita era realmente hermosa, muy pequeña y pese a que el funcionario que nos la abrió nos dijo que pasáramos a verla en dos grupos, el aire era tan frío que los chicos se apretujaron para poder entrar todos a la vez. Ya dentro, fue casi imposible hacerles un breve relato histórico sobre la ermita; todos querían entrar en la gruta que le dio origen y salir corriendo para ver la necrópolis que hay en el exterior.

La siguiente parada fue para visitar el castillo medieval de Berlanga de Duero y, como corresponde a la vitalidad y energía propia de los adolescentes de 13 y 14 años, los chavales subieron la ladera del monte con una rapidez increíble, corrieron de un lado a otro del castillo, se metieron en el foso y devoraron sus almuerzos a una velocidad sorprendente.

En San Esteban de Gormaz los separamos en dos grupos, cada uno con un guía para visitar las zonas más peculiares del pueblo y las dos iglesias románicas del lugar. En la primera, Santa María del Rivero, nos esperaba el párroco jubilado, Fortunato Antón, quien con una sabiduría y gracia especial captó la atención de los alumnos de un modo admirable; al despedirse, Fortunato les felicitó por su buen comportamiento. La segunda, la Iglesia de San Miguel, nos la enseñaron los dos guías, Sandra Martínez y Eduardo Esteban. En ambas iglesias los alumnos mostraron interés y preguntaron todo aquello que despertó su curiosidad.

La última y más esperada parada fue en Burgo de Osma, donde los chicos se difuminaron por el pueblo buscando algún lugar donde comer y divertirse sin las miradas de los profesores acompañantes.

A las cinco y media de la tarde, nos pusimos en marcha hacia La Rioja, sin prisa y volviendo a disfrutar del paisaje camerano, esta vez, al atardecer.